martes, 11 de noviembre de 2008

LA HUMANIDAD FUTURA

Indice

I PARTE -Rezagados y principiantes
II PARTE -Esperanza de evolución de la humanidad
II PARTE -La evolución del alma

Desarrollo -I PARTE

En los albores de la humanidad tal como hoy la conocemos, el humano solía agruparse en tribus: la tribu era una entidad en la que el individuo tenía poco valor como ente independiente, por lo que la individualidad o la familia era absorbida por la colectividad.

Fue desarrollándose la cultura de la villa o asentamiento al llegar la vida sedentaria. A la vez que la comunidad había crecido, la agrupación básica surge: era el núcleo familiar (o el clan) la entidad más importante, aún más que la individualidad. De este modo, al mismo tiempo que aumenta el tamaño de la agrupación colectiva, disminuye el tamaño del grupo consanguíneo, se reduce el tamaño de la familia. Esto ha ocurrido hasta nuestros días, en ambos sentidos, de modo que hoy en día la colectividad es casi planetaria, y por el contrario el clan ya no existe y casi prevalece únicamente la individualidad. Actualmente, en las pequeñas y medianas ciudades, la familia se reduce el entorno padres-hijos, dando un protagonismo importante a la individualidad de cada componente del núcleo familiar. En las grandes ciudades hasta la familia tiende a desaparecer: poca descendencia, abundancia de divorcios, parejas temporales o de conveniencia socioeconómica ... todo ello a favor de la individualidad y con la vista puesta en la globalidad y el desarrollo sostenible: este es mi mundo y este soy yo, no hay agrupaciones intermedias. Se ha pasado del estado tribu-colectividad al estado yo-mundo. Y todo ello no ha quedado sólo en evolución cultural.

Expliquémoslo con detalle para comprender el alcance. Experimentando con animales salvajes y sus semejantes domésticos (lobos y perros sobre todo) se ha descubierto que los animales que nacen de padres salvajes, pero que son criados desde el nacimiento en cautiverio sin sus padres naturales, es decir, con padres adoptados pero domésticos, características como el miedo y la agresividad se han desarrollado menos en las criaturas. Su zona 13 (una parte del sistema límbico de desarrollo tardío y que tiene la función de desinhibir las reacciones emocionales adultas) ha evolucionado menos, haciendo de ellos animales mansos, y dejando como huella de ello una reducción sensible en el tamaño de dicha zona y, por tanto, del cerebro. Bien, y ahora viene la conclusión a la que queríamos llegar, también el ser humano ha reducido el volumen de su cerebro de una media de 1470/1570 c.c. (mujeres/hombres respectivamente) hace 50.000 años hasta la media de 1210/1250c.c. actuales, lo cual se deduce que se ha debido, mayormente, a el amansamiento de la especie humana. Por ello, cabe esperar que se esté produciendo un cambio biológico en la especie humana, como veremos.

Los Rosacruces ya anunciaban entre sus prosélitos, hace más de doscientos años, que el propósito de la Religión del Hijo (el cristianismo puro) es elevar a la humanidad a un nuevo tipo de sociedad formando una Fraternidad Universal compuesta de individuos separados. Es el anuncio de Cristo de que Él no venía a traer paz, sino guerra, debido a que sus ideas sobre la nueva humanidad no iban a encajar hasta muchos siglos después, intermediando muchas guerras, como las cruzadas, por causa de Él y su nueva ley. El ideal de la Religión del Padre (el nuevo cristianismo aún por venir, según los Rosacruces) consistirá en la eliminación de toda separatividad, de modo que los egos, los individuos más individualizados que nunca, se sumergirán en el Uno, no habiendo más un "yo" o un "tú", sino que todos los egos serán uno. Esto no podrá ocurrir mientras suframos la tensión de la materia, que nos impide dar el paso definitivo, sino que ocurrirá en un futuro estado en el que, liberados de la gravedad material, seremos casi espirituales y podremos comprender que somos uno con el Todo, pudiendo acceder a todas las experiencias de cada individuo, compartiéndolas y reteniéndolas en nuestra nueva memoria, disponibles para ser a su vez entregadas a otros. Veremos más adelante como resuelve esta utopía la Teoría del Punto Omega.

Para los Rosacruces el Espíritu de Raza fue el ser que dirigió a la humanidad, bajo el nombre de Yahvé, Elohim, Jehová o cualquiera de los conocidos en otras culturas. Este Espíritu de Raza manipulaba al hombre mediante un gobierno patriarcal, en el que el patriarca era casi un medium del Aquél Espíritu, ejecutando Su voluntad sobre la humanidad. Ahora el pueblo ya no soporta la opresión y exige vivir libre bajo un gobierno que impulse el desarrollo del individuo. Se ha evolucionado en paralelo hacia la humanidad mundial y hacia el ego, como una necesidad profunda e inexorable, un determinismo por encima de la libertad personal. Se empieza a tener una sensación de un planeta vivo al que es necesario cuidar (política medioambiental y desarrollo sostenible), así como la necesidad de un "Yo libre" que necesita abrirse al mundo y expandirse por él. Son dos caminos extremos abiertos en la misma evolución, y nos proporcionan una pista importantísima de hacia donde nos dirigimos en nuestro futuro más inmediato, marcando nuevos y claros objetivos: centrarse en el fuerte paralelismo entre las relaciones humanidad-individuo e individuo-célula.

Para el desarrollo de la individualidad es necesario trabajar sobre uno mismo, para lo cual se requiere trabajar la información. Como seres vivientes codificamos información (ver capítulo deADN), de modo que tal información se conserva y transmite mediante la selección natural. La vida es un modo de procesar la información, y casualmente la vida está basada en la química del carbono, aunque no ha de ser así obligatoriamente.

De hecho existe una teoría del bioquímico inglés A.G. Cairns-Smith que propone que los primeros seres vivos se basaban en cristales metálicos, no en el carbono. En tal teoría, esos seres vivos primigenios eran secuencias autorreproductoras de aberraciones de los cristales metálicos que, con el transcurso del tiempo, fueron transferidas a un sustrato más moldeable, el de las moléculas de carbono. Pero lo realmente importante no es el sustrato, sino los códigos y el modo en que tales códigos sufren cambios debido a la influencia del medio. Si el medio, las leyes físicas, no permiten que se pueda procesar cierta información en cierta región del espacio-tiempo, tal región quedará desprovista de vida. Por ello, la vida seguirá siempre un camino de supervivencia en base a mejorar y transmitir los códigos de su esencia. Tal vez los Rosacruces acertaban de modo clarividente cuando decían que la humanidad futura necesitará nuevos substratos no materiales para continuar en su evolución, y es muy probable que sea necesario cambiar de soporte físico para formar seres con información (códigos genéticos) mejorados.
Rezagados y principiantes.

Los Rosacruces han establecido, bajo estudio clarividente según ellos, un desarrollo de la humanidad que ya vimos en Los siete Periodos de la Evolución, de modo que para ellos en cada periodo de desarrollo de la humanidad se producen rezagados en la evolución, debido a que no han logrado alcanzar el desarrollo adecuado para pasar al próximo grado superior. Tales rezagados forman en el siguiente periodo evolutivo una especie con características algo diferentes a la especie de la que salieron como subdesarrollados. Este modo de selectividad natural se puede expresar de otro modo a la vista de lo que hoy conocemos genéticamente. Así, sabiendo hoy día que los genes de ahora son el fruto de genes de hace tres mil millones de años, podemos imaginar que viajando con los genes hacia atrás en el tiempo visitaríamos innumerables cuerpos, unos victoriosos en su paso por el planeta, y otros claros perdedores que sucumbían apenas ver la luz. Es evidente que los seres vivos que compartimos hoy el globo somos o bien descendientes de las victorias de la naturaleza, o bien nuevos intentos que han surgido de derrotas muy luchadas (rezagados, según los Rosacruces). Si consideramos al humano como el ser vivo más evolucionado del planeta (aparentemente así es), y ahondamos en su procedencia genética, encontramos que somos el fruto de grandes victorias de las que, al surgir el siguiente escalafón a favor nuestro, se producía un sobrante en la especie que quedaba subdesarrollado formando otra evolución distinta y paralela a la nuestra que se abocaba en una extinción casi segura. Por ello, nos podemos considerar hijos de la más dramática guerra de la información, la que capitanean los genes. La Ciencia todavía hoy no admite (pese a estar a punto de descubrirlo) que exista lo que los Rosacruces tanto usan en sus ideales y que llaman Espíritu, pero ya hemos hablado de ese tema y vimos lo cerca que estaba la humanidad de descubrirlo (ver La consciencia humana y las fluctuaciones cuánticas).

Por ello podemos ver la acción del Espíritu en el desarrollo de esta guerra evolutiva y ser conscientes ahora más que nunca que está en nuestra mano gran parte del trabajo que queda para alcanzar el siguiente gran paso de la humanidad en su evolución.

Verdaderamente los Rosacruces dan una idea muy buena acerca del desarrollo de la humanidad, porque no incorporan el gran fallo de la Religión: entre especie y especie no hay un gran salto, sino que se producen multitud de grados. De este modo explican de un modo metafísico la existencia de gran variedad de especies. Por ello usan el concepto de rezagados y principiantes para explicar la multitud de oportunidades de las que dispone la vida para abrirse paso entre fracasos de experiencias de ensayo y error. Así como la religión cristiana anuncia "condenación eterna" para los pecadores sumidos en la derrota de su propio comportamiento, debemos entender (como lo hicieron los Rosacruces hace mucho tiempo) que no se habla de destrucción bajo la mano de un dios implacable, sino de nuestra propia extinción por nuestra propia mano, al no poner el interés personal suficiente en mejorar nuestra evolución individual, ya que nos dejamos llevar por la inercia del fracaso. El materialismo actual es la gran muralla que nos frena en nuestro avance en pos de la victoria, puesto que nos impide ver que estamos realmente formados de la misma sustancia que está formado el Universo, y esto no se refiere sólo a las partículas, sino también al Espíritu. Sólo aquellos que se sobrepongan al fracaso y empleen su voluntad en el modo adecuado de lucha conseguirán que su código genético prevalezca.

Los ocultistas han centrado sus esfuerzos en la lucha contra el materialismo, puesto que según ellos defienden, la actitud materialista de la humanidad puede llegar a impedir todo progreso evolutivo llegando incluso a destruir los siete vehículos del Espíritu Virginal. En ese caso, tal Espíritu deberá volver a comenzar su evolución desde el principio, y el periodo que vive la humanidad actual es crítico en ese sentido.

Fuente: Humano


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